Vida y obra de Dalomismo

MOTI.- (entrando. Tiene ala de papel en la espalda.) ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Vaya golpe! Ese helicóptero parecía loco. Poco faltó para estrellarnos. ¡Ay! ¡Mi espalda!

PADRE.-¿Quién es usted?

MOTI.-Disculpen por entrar de esta forma... ¡Ay!

Pero fue culpa del helicóptero.

PADRE.-¿De qué helicóptero?

MOTI.- Uno que se iba a estrellar junto a mí.

MADRE.- ¿Contra usted?

MOTI.- Sí, contra mí. Volaba tranquilamente…

MADRE.-¿Volaba?

MOTI.- Sí, eso.

MADRE.-¿Usted volaba? ¿En qué volaba?

MOTI.- En mis alas. Soy experto en vuelos. No quiero pasar de exhibicionismo, pero aveces alcanzo velocidades de ochocientos…¿Cómo se dice?

PADRE.-Kilómetros por hora.

MOTI.- De ochocientos Kilómetros por hora. ¡Ay! ¡Mi espalda; qué dolor!

PADRE.- Tome asiento.

MOTI.- Gracias, es usted muy amable.

PADRE.- (Duro.) No es amabilidad, es costumbre.

MOTI.- De todas formas, gracias.

PADRE.- Decía…

MOTI.- Antes que nada, supongo que el patio de allá afuera es suyo.

PADRE.- Efectivamente.

MOTI.- Mucho me temo que estoy en deuda con ustedes, por que ha quedado totalmente deshecho.

MADRE.-Despreocúpese, son tonterías.

MOTI.-Muy agradecido, señora, es muy amable.

MADRE.-(Dura) No es amabilidad, es costumbre.

MOTI.-Entiendo; como decía, volaba tranquilamente, con mis alas, claro está, cuando un helicóptero que repartía propaganda se me puso enfrente; al tratar de evitarlo, perdí el control y empecé a caer. Pude haberlo hecho en el jardín que hay al lado de su casa, pero los jazmines que allí crecen son tan hermosos, que decidí caer en su patio. Comprendan, el suelo puede repararse, en cambio las flores…

MADRE.- ¿Y cómo es que usted vuela?

MOTI.- Es que soy de otro país, y ahí…

MADRE.- ¡Ah! Ahora entiendo. El que sea de otro país lo explica todo.

MOTI.- ¿Lo explica todo?

MADRE.- Su forma de vestir…, su forma de…caminar.

MOTI.- ¡Caminar! ¿Aquí no vuelan?

PADRE.- Claro que no volamos. Las personas de otro país, si quieren, pueden volar, las del nuestro no deben.

MOTI.- ¿También eso es costumbre?

PADRE.- Eso es decencia.

Enrique Ballesté.